José Luis Ortiz Flores
Para la mayoría de las empresas no son tiempos sencillos; restaurantes, aerolíneas, tiendas departamentales se han declarado en quiebra en las últimas semanas; esto incluyendo varias empresas de renombre (https://www.bloomberg.com/graphics/2020-us-bankruptcies-coronavirus/ ), llevándonos a reflexionar sobre las acciones que se deben tomar como empresa, donde la sobrevivencia es del más rápido.
La sobrevivencia es del más rápido en adaptarse a los cambios que estamos viviendo todos como sociedad. Cada vez somos más conscientes de que el regreso a las oficinas no será igual, ir a un restaurante no será igual, el regreso a clases no será igual, viajar en avión no será igual, lo mismo pasa con cines, conciertos, etc.
(https://redintegralis.com/2020/06/30/covid-19-que-hago-para-el-reinicio-de-mi-restaurante/ ).
Pero esta adaptación no es sólo a los requerimientos legales y normativos por temas sanitarios; aquí el compliance normativo es nuevamente “el mínimo indispensable”, es el pre-requisito para operar (https://redintegralis.com/2020/05/17/el-cumplimiento-normativo-es-buen-negocio/ ). Esta adaptación al cambio para sobrevivir va más allá, tiene que ver con adaptarse a los cambios del mercado.
Estamos experimentando un cambio acelerado en el comportamiento del consumidor. Estamos viendo cambios del consumidor en su forma de comprar, en su forma de pagar, en su forma de comparar opciones; incluso, las brechas generacionales por la adopción de tecnologías de información (banca electrónica, videoconferencias, comercio electrónico) se están cerrando en forma acelerada. Y esto no sólo aplica a productos, también a servicios.
Entonces, como empresa, nos estamos enfrentando a a) cambios por requerimientos normativos y a b) la necesidad de cambiar para adaptarnos a los cambios del mercado. Estas dos vertientes implican para la empresa cambios en su organización, tanto en la forma de hacer las cosas (sistemas y procesos), como en las responsabilidades de quién las hace (estructura organizacional); como dicen, “no esperes resultados diferentes haciendo las mismas cosas”.
Aquí es donde se ve obvio el reto de tomar buenas decisiones, en forma rápida. Sabemos que en el proceso de toma de decisiones siempre hay restricciones de tiempo y de información; nunca contamos con toda la información, ni con todo el tiempo. Adicionalmente, en este caso, nos enfrentaremos a la resistencia al cambio, resistencias desde la alta dirección hasta la parte operativa.
Este contexto nos debe llevar como empresa a replantear nuestros procesos de planeación, organización y toma de decisiones; a cuestionarnos sobre alianzas y sinergias comerciales, así como apoyos profesionales que nos ayuden a tener a la mano visiones distintas, más informadas, e incluso imparciales.