En México, estamos ante una realidad crítica y desafiante. Las empresas, principalmente las PYMES, están pasando del estado de shock inicial de la crisis generada por la pandemia del Covid 19 a una búsqueda urgente de nuevas estrategias y modelos de operación para lograr su sobrevivencia, adaptación y estabilización, en el mejor de los casos.
El Capital humano y el Liderazgo ante la crisis
En este sentido, ha cobrado vigencia un concepto que parece sumar las virtudes o condiciones de fortaleza que debe tener una empresa para tener posibilidades de emerger de los embates de la situación actual que cambia día con día, que es el de “empresa resiliente”.
Al margen de las definiciones académicas, me atrevo a decir que una empresa resiliente debería ser una empresa estable y sólida técnica, financiera y administrativamente, lo que presupone como una condición “sine qua non” que cuente con el “capital humano” idóneo (capacidad y talento de sus empleados), que la impulse, la sostenga y le permita transitar por un camino minado hoy por los riesgos y la incertidumbre.
En este contexto, mi intención es compartir algunos temas de reflexión para el líder de una empresa PYME, sobre la importancia de priorizar el papel del capital humano al construir su estrategia de acción inmediata para poder “mantener el barco a flote”
Los “dueños” deben proyectar una actitud optimista y de lucha
Enfrentar una situación como la actual exige que los dueños de la empresa tengan un convencimiento pleno y proyecten y promuevan en todo el equipo humano de su organización, sin omitir a nadie, optimismo, confianza, seguridad, disposición total a tomar riesgos y estar dispuesto a defender y luchar por la sobrevivencia de la fuente de trabajo.
Su actitud y las acciones diarias compartidas hacia adentro y fuera de la empresa serán las que proyecten y hagan creíble este mensaje. Mantener a la empresa operando exige que quienes invirtieron para crearla asuman una actitud de absoluto compromiso y fidelidad con su comunidad laboral y con su clientela.
Promuevan mucha, mucha comunicación clara, directa, empática, transparente y constante con los integrantes de su empresa, tanto de lo “bueno” como de lo “malo”, sobre todo ahora durante el confinamiento. Apóyense en los diversos instrumentos que la tecnología ha puesto a nuestro alcance y a bajo costo para la comunicación.
La realidad impone un liderazgo fuerte e inteligente, pero abierto, sensible y flexible
Sin duda el personal después de la crisis ya no será el mismo, ha vivido un evento traumático y su actitud ante ello va a condicionar la cultura interna de la empresa. Cada quien experimenta circunstancias diversas que habrán impactado, más o menos, en su modo de vida y su tranquilidad familiar.
Ante ello, seguramente surgirán liderazgos informales, reclamos, propuestas y conductas inéditas del personal, que será necesario que el líder formal y sus mandos atiendan, procesen y negocien con toda oportunidad.
En este contexto, será de gran importancia ser creativo y estimular la mente creativa, escuchar, poner a reflexión del equipo humano las decisiones claves, y no tomar decisiones “porque yo soy el jefe”. Ahora es momento de aceptar que puede haber excelentes ideas en el personal, que el líder formal puede aprovechar en esta nueva etapa de incertidumbre. Hay que liberarse de prejuicios. Hay que darle voz a quien no la ha tenido, hacerle sentir parte importante del equipo.
Y por favor no pierdan el sentido del humor. Nada de caras que proyecten “derrota”.
Decía Albert Einstein: “En momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Es necesario repensar los roles de trabajo, ajustar la organización, trabajar en equipo y sobre todo aprender
Con la crisis no hay duda que se descubrirán nuevos talentos que no estaban expuestos; habilidades y competencias que el jefe no había observado; experiencias exitosas y replicables y grupos informales que mostraron su efectividad en la emergencia.
Quizá sea el momento de repensar la estructura orgánica y reasignar responsabilidades con el nuevo mapa del capital humano surgido con la crisis.
Las experiencias que estamos viviendo nos obligan a trabajar y aprender en equipo. Esta es la forma más redituable para la empresa, que además propiciará una indispensable confianza y sentido de pertenencia en el personal, de por sí mermada por los acontecimientos y el distanciamiento físico. Ello implica para el líder el no tener miedo a propiciar que los equipos mismos fijen sus reglas de actuación, establezcan metas grupales y se auto evalúen con estándares consensuados.
Será esencial que el líder se esfuerce en recompensar-no necesariamente en monetario- (jornadas reducidas, trabajo en casa, días de asueto, distinciones públicas, etc.) el logro extraordinario y la iniciativa innovadora del personal y sus equipos de trabajo, porque se requerirá más que nunca potenciar la productividad laboral y afirmar el compromiso de la gente con la misión de la empresa.
No olvidemos que los algunos de los valores fundamentales que caracterizan a una empresa resiliente son la comunidad laboral, la solidaridad, el autoapoyo y el aprendizaje, la convivencia creativa, la empatía y los retos y objetivos compartidos.
Hay que privilegiar la capacitación en todas sus formas
La capacitación es hoy un instrumento fundamental de dirección en la empresa resiliente, de tal forma que el líder pueda conducir y preparar al personal en lo individual y como equipo de trabajo, y así readaptarlo a las nuevas circunstancias, competencias, roles y retos que imponga el mercado, la competencia y los escasos márgenes de acción de una economía deprimida y acotada.
En este sentido, una estrategia que cobra cada día mayor relevancia son las comunidades de aprendizaje con lo cual se promueve la participación en grupos de análisis, de miembros de la empresa alrededor de un tema de relevancia para la mejora interna, o para complementar y reforzar los conocimientos técnicos requeridos para implementar un nuevo proceso o para profundizar el dominio de una materia de orden profesional.
Estas comunidades pueden funcionar virtualmente de manera excelente a través de las herramientas informáticas que forman ya parte fundamental del modus operandi diario en las organizaciones.
Una prioridad del líder de la empresa es cuidar la salud emocional de los empleados
La crisis que vivimos y vamos a seguir viviendo por mucho tiempo ha hecho estragos en la salud emocional de grandes núcleos de población. El riesgo de ser contagiados nosotros y nuestras familias, perder el empleo, incumplir con nuestras deudas y compromisos, el no poder asegurar la educación de nuestros hijos, y la posibilidad de diferir o cancelar nuestros planes presentes y futuros, están impactando el ánimo y la motivación, y por ende la estabilidad de muchas familias.
Este escenario implica asignarle una alta prioridad de los líderes de las PYMES, por lo que se deben considerar acciones que atiendan a la salud emocional del personal, como pueden ser el prestar asesoría psicológica a los empleados y sus familias; brindarles consejos prácticos de organización financiera ante la baja de ingresos; abrir las posibilidades a la flexibilidad laboral especialmente a las mamás; formalizar las opciones de trabajo remoto; establecer espacios planeados para la comunicación grupal y establecer un programa formal para el coaching jefe-empleado.
Muy especial atención debe prestar el líder al cumplimiento puntual e integral de las disposiciones de la Norma 035-ya vigente y obligatoria-para atenuar los riesgos y causas del estrés laboral generado ahora con gran fuerza por las circunstancias bajo las cuales están viviendo las empresas.
Pensamiento final
En México la crisis nos ha sorprendido a todos y nos ha puesto contra la pared. Por ello, sabiendo que el desafío es enorme, en nuestro ámbito de acción profesional estamos convencidos que es momento de ver para adelante, de sacar la casta y de apoyar con todo lo que tenemos al estrato más vulnerable de nuestra economía que son las PYMES, que no aún encuentran el asidero para ver la luz al final del túnel. Los comentarios aquí expuestos no tienen otro propósito.